26 octubre, 2015

Boccherini, en su propia salsa






Pocos músicos hay que puedan identificarse tanto con Madrid como Luigi Boccherini. Y poca música suya es tan aquilatadamente madrileña como sus quintetos de cuerda. Escuchar esta música un sábado por la tarde a pocos metros del Palacio de Liria, en el antiguo Cuartel del Conde Duque, es una ocasión que nadie en su sano juicio debería perderse.

Luigi Boccherini
Y como a uno –creo- aún le queda algo de eso, había que aprovechar el fin de semana en la capital para darse una vuelta por Argüelles y recordar viejos tiempos, en una mezcla muy heterogénea de juventud, servicio militar, las mayores y más firmes amistades y conciertos. El hecho de que la música fuera interpretada por un conjunto que tiene a gala llamarse Camerata Boccherini y es ferviente intérprete de su música hacía que la renuncia a la escucha de este concierto, más que locura, fuera pecado de lesa armonía.

De la Villa y Corte

Para este concierto, la Camerata Boccherini actuó en su formación de quinteto, formado por cinco músicos -españoles por su labor de tantos años entre nosotros aunque nacieran fuera de nuestro (y actualmente suyo) país-: dos, en Italia, como el propio Boccherini (Massimo Spadano, violín primero, y Luigi Mazzucato, viola) uno en Alemania (Ludwig Dürichen, segundo violín), uno en Francia (David Ethève, chelo) y uno en Estados Unidos (Tod Williamson, contrabajo).

De izquierda a derecha, Mazzucato, Spadano Ethève, Dürichen y Williamson

Dos obras, el Quinteto op. 30 nº 1 yel op 30 nº 3 -G 319 y G 321, respectivamente en el catálogo de Gerard (1969)- ocuparon la primera parte del concierto del sábado 24. Dos obras que responden a la perfección a la gran personalidad de Boccherini: esa soldadura única con que supo fundir en un solo espíritu la música galante propia de un músico de corte con la gracia y majeza características de de Madrid. Esa elegancia que parece emanar de los jardines de Aranjuez, Real Sitio en el que fue nombrado el 8 de noviembre de 1770 violonchelista del infante don Luis, con autorización expresa del Rey Carlos III.

Y con fidelidad a tal espíritu y a la personalidad del autor tocó la Camerata Boccherini ambas obras, con una buena dosis de garbo e impregnándolas de la energía que desprende su líder, Massimo Spadano. En el recuerdo, un momento mágico: cuando el sonido del contrabajo de Williamson pareció convertirse en un frondoso árbol, bajo cuya copa brillaron con luz propia el canto del violín de Spadano y del chelo de Ethève, salpicados por  los destellos de los pizzicati del violín de Dürichen y la viola de Mazzucato.

Dolorosa

En 1781, ya en el destierro de Arenas de San Pedro al que acompañó al infante Don Luis, su patrón y tocayo le encargó la composición de un Stabat Mater. sobre el viejo texto atribuido a Jacopone da Todi. La versión escuchada a la Camerata Boccherini en el viejo cuartel de Conde Duque fue la original para quinteto de cuerda y soprano, menos conocida que la que compuso hacia 1800 para tenor y dos sopranos.

La obra muestra la influencia del Stabat Mater más conocido en el s. XVIII, compuesto por Pergolesi, pero su mayor riqueza de voces interiores y su estilo galante son un vivo reflejo de la enorme personalidad compositiva de quien tenía por costumbre -tal era su arraigo en España- de firmar sus partituras como “Luis Boquerini”.

Gemma Bertagnolli
La interpretación de Gemma Bertagnolli y la Camerata Boccherini respondió sobradamente a las expectativas. La majeza de los quintetos se transmutó en el sereno dolor expresado por la soprano en el número inicial, que da nombre a la obra. El Cuius animus tuvo la fuerza de una protesta y el gemido de un lamento y el Quid est homo expresó en sus cambios de tempi el dolor de una madre ante la muerte del hijo.

Todas las etapas del duelo tuvieron su reflejo en la voz de la soprano italiana aunque su gestualidad corporal, en algunos momentos, pudo parecer que no respondía demasiado fielmente al texto. El público respondió con un cálido aplauso al final del concierto: un evento digno de ser recordado por mucho tiempo.


1 comentario:

  1. ¡Qué horror de error! "Stabat Mater de Pergolesi en el s. VIII". Siglo XVIII (18, dieciocho), claro; corregido.

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