04 diciembre, 2017

Algún día todo dolerá menos






29.11.2017, Madrid, Teatro Español, Sala Margarita Xirgu. Un tercer lugar. Texto y dirección, Denise Despeyroux. Reparto: Jesús Noguero, Tristán; Vanessa Rasero, Cordelia; Giovanni Bosso, Samuel; Sara Torres, Carlota; Pietro Olivera, Ismael; Lorena López, Matilde. Voces en off, Bárbara Lennie y Pablo Messiez. Escenografía, Eduardo Moreno. Iluminación, Pau Fullana, Espacio sonoro, Mariano García. Música, Pablo Despeyorux. Vestuario, Paola de Diego. Fotos, Sergio Parra. Ayudante de dirección, Paula Foncea. Títulos de vídeo, Natalia Moreno. Construcción escenográfica, Proescen. Prendas de confección, Marisa Sánchez. Ambientación de vestuario, María Calderón. Producción, teatro Español.


Denise Despeyroux


La descripción que Denise Despeyrox hace de Un tercer lugar habla de “seis personajes profundamente neuróticos [que] tratan de relacionarse entre sí lo mejor que pueden, y también de amarse lo mejor que pueden...”; que “observan con perplejidad cómo su propia verdad les es arrebatada”; que “en respuesta a su imperiosa necesidad de ser tomados en serio sólo reciben extrañas tergiversaciones y comunicaciones defectuosas” y que “anhelan la posibilidad de un contacto auténtico y una comunicación verdadera; tal vez el descubrimiento de un tercer lugar donde ya no sea necesario esconderse más”.

Un breve recorrido por estos personajes nos pemitirá comprender mejor lo que dice de ellos la propia autora. Carlota es una abogada capaz de decir a sus clientes la verdad más descarnada, como cuando le dice a Samuel “no veo la manera de darle  ni un resquicio de razón por mucho que me estruje el cerebro”. Y también de aprovechar la equivocación de Ismael -recientemente despedido de su empresa y cree que está hablando con su abogada- para sacarle datos a favor de la empresa que lo despidió, para la que en realidad trabaja.

Pietro Olivera (i) Sara Torres (d)


Pero al tiempo es también capaz de orientarle en su situación y su vida personal a través de su visión de la vida y de la filosofía, a la que ella es tan aficionada y que tan lejos está de las inquietudes de Ismael, Éste se verá cada vez más necesitado de ella y de sus consejos a lo largo de la obra y ella se los dará, como cuando le recomienda:  “búsquese una [hermana]. Escoja una mujer a la que amar como una hermana, como a su semejante”.

Matilde es una mujer joven que se gana la vida escribiendo libros de autoayuda bajo seudónimo que no la sacan de su soledad (“No ayuda nada leer los libros de autoayuda que uno escribe”). Ella se siente “fuera de lugar en cualquier parte” y  nunca logra lo que pide a los demás, ni siquiera en el restaurante, encuentra la mejor orientación psicológica en el veterinario de su gata y busca desesperadamente al hombre de su vida. Para ello no duda en consultar incluso a un numerólogo. Y cuando éste le augura que encontrará a tal hombre en un lugar determinado se lanza en su búsqueda como quien se zambulle en la piscina desde un trampolín.

Jesús Noguero (i) Lorena López (d)


Pero la piscina tiene poca agua. Ese hombre es Ismael, quien juzga cada palabra que se le dirige y pone en cuestión todo cuanto sucede a su alrededor. Alguien que se toma todo como un ataque personal y está obsesionado hasta tal punto con su barrio natal –el madrileño distrito de Usera- que desconfía de todo lo que provenga de fuera de éste. Y, claro, de forma muy especial si lo que llega de ese “mundo exterior” es una mujer que, como Matilde,  está dispuesta a hacer de él el gran y definitivo amor de su vida.

La función se abre con con una especie de acoso físico de Tristán -que él cree simpático, romántico y juguetón- hacia Cordelia, su vecina, que también lo es de Samuel. Éste también la acosa pero de forma más sofisticada tecnológicamente: frente al acordeón de Tristán, Samuel la espía con microrrobots dotados de cámara, aprovechando lo que ve para crear ocasiones de encuentro con el pretexto más nimio, como pedirle una pizca de sal para mostrarle la maqueta de “la casa de sus sueños”. En la que por supuesto habrá de ocupar un lugar central Cordelia.

Jesús Noguero


Pese a la descripción de los personajes que hace Despeyroux en el programa, Un tercer lugar es una comedia llena de situaciones que hacen sonreír, incluso reír. El dominio teatral de la autora le permite además llenar la función de poesía: en el carácter de sus seis personajes; en sus diálogos; en las situaciones que viven, que van de la ternura más ingenua a una intensa tensión emocional en lo se ve y en lo que se presiente.

Las hermanas deberían ser obligatorias
Es por ello y por su inesperado final una comedia dramática. En todo su texto y en las situaciones que plantea subyace la profunda necesidad que todos tenemos de hallar ese “tercer lugar”, el del encuentro con nuestros semejantes. Una necesidad tantas veces insatisfecha por no hallar el lugar o, más simple y dolorosamente, por no encontrar a la persona adecuada con quien ocuparlo. Como quizás sería esa hermana, imprescindible a todo hombre en opinión de Carlota (“Las hermanas deberían ser obligatorias” llega a decirle).

Matilde y Carlota son quizás los personajes más atractivos de Un tercer lugar. Lorena López infunde en todo el personaje de Matilde una poesía llena de ternura y de fragilidad. Y lo hace de dentro afuera, con la verdad de quien ha tomado el personaje como algo propio. Y gracias a ello nos hace sentirlo muy profundamente a quienes gozamos su actuación. Sara Torres es una Carlota vitalista a más no poder, manipuladora en el mejor de los sentidos, y que actúa como uno de los centros de gravedad en el escenario de la sala Margarita Xirgu.

Vanessa Rasero (i) Giovanni Bosso (d)


El Ismael de  Pietro Olivera es un ser tierno y frágil que acaba de naufragar en su vida y que busca la salvación en la isla equivocada. Pero tiene ese saber sencillo que le permite acabar aferrándose a los consejos de Carlota como única tabla de salvación en ese naufragio tratando de flotar más allá de la pérdida de su puesto de trabajo. Un buen ejemplo de lo que en mi colegio llamaban “la fe del carbonero” –la de quien no pide ni da razones para creer- pese a los intentos de busca de una lógica por parte de Carlota. Giovanni Bosso hace un Samuel tan creíble como la Cordelia de Vanessa Rasero, pero su personaje es el más prescindible en una obra que  quizás agradecería algún recorte de tiempo y acción.

El espacio escénico diseñado por Eduardo Moreno, iluminación de Pau Fullana, el vestuario creado por Paola de Diego y ambientado por María Calderón con prendas de confección de Marisa Sánchez contribuyen muy positivamente al buen fluir de la representación, junto con el ambiente musical creado por Mariano García y Pablo Despeyroux y los títulos de vídeo de Natalia Moreno.

Los seis personajes, en sus mutuas y respectivas órbitas


Un pequeño Universo humano
El desarrollo de Un tercer lugar es como un mapa descriptivo de un particular Castor a escala humana. Un sistema estelar séxtuple con un extraño mantenimiento de distancias en el equilibrio inestable del subsistema Samuel/Tristán/Cordelia, variablemente centrado en ésta. Y sobre todo con sus propias fuerzas gravitatorias producidas por las masas (los caracteres de cada personaje), con dos de ellos como estrellas predominantes, y por la distancia (amor/rechazo) y la resultante lógica: las diferentes velocidades de caída de Ismael hacia Carlota, suavemente progresiva, y la de Matilde hacia Tristán -irresistible y fatal en todos los sentidos; también en el de “fatum”, hado, destino-.

Y hasta aquí puedo leer sin destripar la obra y su final (quien no la haya visto que no abra los dos enlaces de este párrafo). Un destino que quizás venía marcado desde su primer beso en la biblioteca, cuando Tristán le dice “Jamás un rayo de sol iluminó de esa forma la estantería de literatura asiática... ¿Ves ese rayo de sol sobre Mishima?” y Matilde le contesta “pero si no hay nada más triste que El marinero que perdió la gracia del mar”.

El beso en la biblioteca


Un dato astronómico: una o las dos estrellas que componen Cástor C son estrellas fulgurantes. Propongo a quien esto lee que, una vez vista la obra, elija cuál de los seis parsonaje podría ser cada una de las seis que componen Castor.




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